UN DESTINO DISTINTO EN EL CARIBE
Una semana en familia en Samaná
Toda mi vida tuve esa contradicción con el hecho de ir a pasar mis vacaciones a un hotel «All inclusive»
Me atraía la idea de no pensar en llevar plata ni tarjeta de crédito encima y de que este todo ahí listo para usar. De que haya distintas opciones de restaurantes, piletas, etc.
Pero también, sabía que suelen estar llenos de gente, que hay espectáculos y animaciones todo el tiempo, que son un aglomerado de «turistas tipo» que se apoderarían de mi única semana de descanso. #VacacionesEnSerio. Esa era mi fantasía.
Pero cuando nació mi hijo Eliseo, una amiga me dijo las palabras mágicas: “Está bueno, porque hay un mini club y actividades para los chicos”
Quienes somos madres sabemos que estar de vacaciones «en serio» no es algo que se pueda lograr fácilmente, porque seguimos intentando educar a nuestros niños y eso nunca se detiene. Incluye mal dormir, llantos, caprichos, berrinches, arena en el ojo, entrar y salir del agua 20 veces y vivir alerta por que no se pierda o se cuelgue de la palmera más alta. Con mucho amor, por supuesto, pero muy agotador.
Pero cuando escuche esas palabras de mi amiga, que ya había escuchado antes sin darle importancia, se convirtieron en mágicas.
Mi hijo tiene una energía arrolladora, todos dicen que tiene a quien salir, pero para mí es difícil lidiar con las dos, la mía y la de él. Por eso mi intento desesperado para que el encuentre él como descargarla.
Desde ese momento intenté convencer a mi marido de darle una oportunidad al famoso «All Inclusive».
Este año, después de 3 intentos fallidos en años anteriores me dio el SI (fue literal, porque también nos casamos hace menos de un mes, por lo cual también esto sería una especie de luna de miel de a 3).
Confieso que me imaginaba peleando con una bruja por la mejor ubicación de reposera frente al mar, o con mi marido porque no soportaría más a las familias amuchadas en una playa, cuando solo ansíaba playas desiertas y tranquilas.
Nos gusta perdernos en la ciudades que visitamos, mezclarnos entre la gente del lugar, comer en donde comen los locales y ese tipo de cosas que no son muy turísticas tradicionales.
Sebas (mi marido) odia las típicas vacaciones americanas, detesta Miami, encerrarse en un hotel y las grandes mesas de desayuno, repletas de opciones buffet porque solo toma mate y algunas frutas o tostadas.
El solo quería ir al Caribe a una playa desierta que fue cuando tenía 13 años. La googleamos y está repleta de turistas. Ya no tiene ese encanto solitario que el recordaba.
Cuando ví la promo Almundo.com y esa foto de una isla + un «all inclusive», sentí que era EL lugar en donde podía conocer el pueblo, hablar con gente local, salir del hotel y encontrar vida fuera de él, andar a caballo, o pasear por un mercado, y entonces me dije: “Éste es el lugar” y así encaramos: SAMANÁ, en Rep. Dominicana.
Lo cierto es que yo también tiendo a huir de los turistas. Soy de las que no va a pasar año nuevo a Times Square, ni al museo de cera de NY ni me gusta subir a la estatua de la libertad. Y también necesitaba un lugar en donde relajar de todo.
Lo que para cualquier persona es el relax, para nosotros era una aventura.
Tomamos un vuelo el domingo a la madrugada y al medio día estábamos en Samaná! Con cielo azul y sol radiante!
Fue el viaje más desorganizado que hicimos! Llevamos solo 1 carry-on cada uno, que armamos unas horas antes de partir y solo sabíamos que estábamos entregados a este paraíso que habíamos elegido entre dudas y desesperación por un poco de relax. Tan desorganizado, que casi vamos a Ezeiza el domingo a las 15hs cuando en realidad era a las 3 de la madrugada. Por suerte nos dimos cuenta a tiempo!!
Al llegar al aeropuerto de Samaná, al grito de «Andy!!! » (los dominicanos son amables, no se esfuerzan por serlo!!!) Conocimos a Angie, que nos esperaba con un chofer: una mujer morena de menos de 30 años más que servicial, que nos contó todo lo que queríamos saber.
La primera sorpresa fue que yo creía que Samaná era la isla de la foto, pero resulta que esa isla es «Cayo Levantado», solo una parte de Samaná en donde hay un hotel que se llama “Luxury Bahia Principe Cayo Levantado»
La segunda sorpresa fue que no nos hospedábamos ahí, habíamos contratado otro hotel, porque el que está en la isla no aceptan niños- que también se llama «Bahia Principe» pero nosotros estaríamos en El Portillo. Llegamos al hotel con cierta desconfianza, parece que estábamos tan locos de trabajo en BA que no habíamos entendido nada.
Entramos y todo era una nueva experiencia. Wifrin nos recibió con un amor y paciencia de esas impagables. Nos dio un sobre con todo organizado: reservas en distintos restaurantes, para diferentes días, una copa de bienvenida con un mapa del lugar y las llaves de la habitación.
Una habitación standard pero gigante!!! A unos metros de la playa.
Con tantas camas, que podríamos haber ido toda la familia.
Pero antes que nada necesitábamos comer algo!
Las mesas frente al mar en el buffet principal a dos pasos de la arena nos devolvieron el aliento. La comida, típica de buffet de esos que les gusta a la gente que come de todo -como yo- con cierto tinte dominicano.
Pero esta vez, tan oportuna, se me ocurrió arrancar con una dieta sin harinas blancas, sin leche, sin azúcar y sin sal 3 días antes de partir. Así que me la pase comiendo ensaladas y frutas.
A esta altura, mi hijo solo repetía una y otra vez: “ Vamos a la playa?” Mientras, yo solo intentaba conectarme a una mínima rayita de wifi para compartir una foto en las redes de @ChicasEnNY.
Y ahí pasó lo que tenía que pasar.
Muchas reposeras! Muchas… Divinas! Frente al mar… Miles para elegir…
Pero alguien me explica por qué a la gente le gusta amontonarse?
El hotel tiene todo lo que un ser humano normal necesita para sus vacaciones. En la pileta principal hay una barra, una clase de acquagym con la música al palo; en la playa, otro bar! Actividades para los chicos, un animador que arenga a la gente a que juegue o baile…(imaginá la cara de mi marido )
Ahí nos preguntamos, si solo nosotros buscábamos algo más relajado…
Seguimos recorriendo y descubrimos otra pileta, se la llama “Relax”. Listo, acá me quedo!
Había gente a la que no le gustaba estar pegadas a otras familias como tribus y les gustaba la libertad como a nosotros…
Una pileta divina… con otra barra y tal como su nombre, nos invitaba a relajar.
Claro, eso sucede si no tenes niños chiquitos…Intenté dar vuelta la segunda página seguida de mi libro, y otra vez la voz de mi hijo: “Mami acá no hay ningún nene para hacerme amigos” Pobrecito, lo estábamos metiendo en nuestro gueto de bichos raros, que quieren estar solos una semana en la vida.
Ok. Juntamos todo y arrancamos rumbo al «Parque de agua» dentro del hotel que habíamos visto en las fotos antes de partir, con el afán de convencer a mi hijo Eliseo de lo bien que la pasaría en Samaná.
De camino a esta nueva pileta, debatíamos con Sebas la manera en la que nos tomaríamos la situación de encontrar el lugar lleno de niños llorando, colgados de cada objeto, de madres corriendo detrás, o una especie de jardín de infantes con agua.
Ahí llego otra sorpresa… Solo había 5 o 6 chicos y un hombre de seguridad tipo salvavidas, muy atento, que hacia su trabajo tan bien, que nos olvidamos de Seo por un rato y logré avanzar unas páginas de mi libro y tomar unos mates con mi amado.
Listo!! Este será mi lugar para el resto de la estadía. Entre toboganes de agua, peces gigantes que escupen niños por la boca y mi hijo feliz deslizándose por las diferentes bajadas. No me importaba nada más que lograr leer un rato seguido, tomar un mate o aperitivo tranquila.
Al rato Eliseo se cansó de que la pile fuera «bajita». Le gusta nadar y tirarse de bomba… Cosa que acá no podía hacer, así que la ilusión de seguir leyendo se diluyó en el camino. Hizo un trato con el papá, volvimos a la pile “Relax» y nadaron un buen rato hasta terminar el día.
Al día siguiente arrancamos temprano! 7:45 hs partimos en un transporte que nos llevó hasta otro hotel de la cadena, “Gran Bahía Príncipe Cayacoa» que tiene un muelle desde donde nos buscarían para salir al mar a hacer snorkeling. Llegó una pequeña embarcación, muy simple y sin pretensiones y ahí nos esperaba Pedro, nuestro anfitrión.
La verdad es que le tengo cierto temor, por no decir pánico, a las profundidades del agua y sobre todo al mar! Pero lo enfrento bastante bien.
Navegamos 40 min aprox y llegamos a un lugar a ver corales. Mi hijito era el único niño de la aventura (otra vez «los raros») Eramos aprox 12 personas y él enamoró a todos con su encanto.
Pedro nos animaba el trayecto con su música, nos servía bebidas y nos cuidaba del sol. Todos son muy amables en este lugar!
En un momento hasta me subí a bailar con él…No me importaba nada!! Aunque nadie bailaba, él se movía con gracia. Parece que no era el lugar…pero nos divertimos…y nadie, solo Pedro y el capitán hablaban español. Esto nos estaba gustando…
La primera bajada a mar abierto fue en una zona de grande corales.
Después paramos en otro lugar, en donde había un barco hundido y miles de peces divinos.
De ahí nos llevaron a la famosa isla «Cayo levantado» a almorzar junto al agua.
Comimos una langosta recién pescada por 15 dólares
El lugar es muy simple, típico dominicano: rústico si ningún lujo pero con una vista increíble.
La playa es increíblemente linda…y los chicos seguían con el snorkeling. Ahí mismo alquilaron otro equipo y siguieron la búsqueda submarina.
Pero la playa del hotel en el que estábamos no tenía mucho que envidiarle.
Mi hijo siempre soñó con tener una estrella de mar…Y encontró una en esa isla. Conté la historia en tiempo real en Instagram porque realmente la anécdota fue hermosa y me dejó una enseñanza que nunca olvidaré (podes leerla acá) A la vuelta en barco, logré avanzar con mi libro. Seo estaba extenuado… Nos acostamos en la red del barco y mientras yo leía mi famoso librito, él contaba estrellas de mar que veía por debajo del agua a través de la red.
El sueño de mi Marido en cambio, era bucear (después de cumplir el de tirarse en paracaídas que le regale para su cumpleaños)
En la playa hay un centro de deportes acuáticos. Fue derechito a averiguar sobre el tema.
Volvió como loco, contándome que en vez de hacer una clase quería hacer el curso y que le daban un certificado internacional y que bajaría al día siguiente 15 metros abajo de mar y que ya mismo tenía que estudiar un libro de muchísimas páginas, y antes tomar una clase con el instructor en la pileta.
Como quise acompañarlo en su sueño fuimos con él a la pileta…La pileta era la de la música y la gente, la que no quería ni pisar! Obvio que nada le importó y mientras bailaban el meneaíto, el bajaba y subía del agua con su profe- y estaba feliz-.
Con una sonrisa más grande que el tubo de oxígeno que llevaba en la espalda, partimos a la playa. Esta vez decidimos caminar…
Y nuevamente una sorpresa…a solo 50 m del hotel estaba esa playa que soñábamos. Solitaria, llena de palmeras, con sol y sombra para leer o dormir la siesta- con el mismo mar turquesa, arena blanca y horizonte sanador.
Eliseo disfrutó a full el agua. Jugamos con la arena y nos alejamos de la muchedumbre, manteniendo los servicios fantásticos del hotel.
Listo, ahora sí encontramos nuestro paraíso! Solo volveríamos por provisiones. Esta es nuestra playa.
Parece que la cosa había salido bien, estábamos en un all inclusive y hasta cumpliendo sueños.
A mí solo me estaría faltando un poco de tiempo para terminar el fucking librito que traje- que si lo pudiera leer de corrido lo termino en dos días… Pero no había llegado ni al la mitad-. Y de sueño, ni hablar, necesitaba descansar!
Entonces vino la propuesta. Siempre nos damos momentos libres en nuestros viajes. Son como recreos en donde hacemos lo que realmente tenemos ganas. Para eso, nos turnamos en vivir momentos con Seo además de los momentos en familia (esto es súper sano y recomendable) porque todos necesitamos un rato para desconectar de todo e ir en busca de lo que realmente necesitamos en ese momento.
Es un respiro que nos ayuda a disfrutar más de los momentos juntos- a que no haya quejas, ni malestares porque uno quiere hacer algo que al otro le hincha, o como el caso del buceo, que yo no bajo ni 15 cm del agua jajajaj!
Al día siguiente Sebas bajaría a mar abierto con su instructor por primera vez a bucear. Para eso, partimos en un transfer al otro hotel de la cadena, Gran Bahía príncipe Cayacoa, desde donde sale la lancha a los cayos y a las mejores zonas para bucear.
El día estaba fatal. Una tormenta eléctrica e intensa con un cielo dramático… Pero parece que eso que a mí me daba miedo, a nadie parecía importarle, así que partieron rumbo a la experiencia.
Yo me quedé a pasar la mañana con mi hijo en este otro hotel, una nueva piscina, una playa divina (bajo la lluvia) a la que se accedía por un ascensor, porque el hotel está construido en altura, todo sucede en diferentes desniveles y almorzamos con una vista hermosa del muelle. Ahí entendí porque yo estaba en el Portillo, es mucho más cómodo para ir con niños.
Cuando volvió Sebas, desbordado de felicidad contando su experiencia, comenzó a despejarse… Pasamos por el límite del hotel debajo del puente y había unos puestitos y los famosos motochongos que te llevan a recorrer la ciudad, son una especie de moto con carrito atrás que llevan hasta 3/4 personas. (pero no lo recomiendo para ir con chicos chiquitos)
Nosotros encaramos con un taxi, rumbo a la ciudad de Samaná, que es a 5 minutos de auto desde Cayacoa. Tiene solo un par de cuadras con esta estética divina, que está preparada para el turismo especialmente.
Es una especie de zona comercial turística que comprende solo una par de cuadras. El resto es rústico y tropical, un contraste muy grande.
A la noche decidimos salir a comer a otra zona, cerca del hotel, a solo 10 minutos, «Pueblito de pescadores” Pedimos un taxi en el lobby (salió 10 dólares) y arrancamos a las 20 hs a un pueblito todo construido en las orillas del mar, lleno de pequeños restaurantes de distintos estilos. Son unas 10 cuadras a lo largo, con muchas opciones para elegir.
Nos habían recomendado «Las tres Calaveras» (no todos abren de noche) y allí fuimos. Elegimos una mesa en la arena a literalmente 3 metros del mar. Iluminada con luz suave y un farol de velas en el centro.
Comimos increíble.
A los 20 min Seo se durmió y disfrutamos una de las noches más mágicas del viaje.
Una de las cosas que más nos gustó del este destino era el hecho de salir del hotel y encontrar más.
Nos habían hablado de La cascada del Limón y acá me ven en la mula, a punto de subir por camino de montaña a la cascada. Aunque luego me dio pena y miedo a la vez y preferí hacerlo a pie y me bajé.
A solo 20 minutos del hotel, una parada muy rústica, desde donde salen caballos y mulas rumbo a la maravillosa cascada- ideal para quienes les gusta un poco de aventura…Pocos lo hacen a pie, de hecho no me cruce con nadie…todos montados, incluso mi marido e hijo. La caminata fue en compañía de «Frandi», mi pequeño guía, que con solo 15 años me contó cada rincón que pisamos.
El camino no fue fácil, me llevó casi 1 hora de ida y 1 de vuelta, porque en algunas zonas había mucho lodo y era resbaloso, o con muchas piedras que había que ir pisando de a una…Un camino que por momentos es de cornisa. (otra vez Eliseo era el único niño)
Todos los caballos van acompañados por un guía, muchos de ellos muy jóvenes, que guían al caballo y te cuentan sobre la zona. Al llegar arriba una pequeña tienda de artesanías y cigarros.
Y desde ahí, nuevamente hacia abajo lo que llaman los 285 escalones para llegar a la cascada.
Fue una hermosa conexión con la naturaleza, volví embarrada hasta la rodilla y sin miedo de pisar regalos de los animales… Mi recomendación, si lo quieren hacer caminando, es llevar botas de lluvia o zapatillas con buen agarre.
Además es imprescindible ir con las manos libres y sin peso para ayudarse en algunos tramos.
Si no, montando con una pequeña mochila o riñonera.
Es fundamental dejar una propina importante a los guías, porque no cobran sueldo, esa es su paga y todos suben una sola vez al día por el esfuerzo que significa. Ellos van a pie al lado del caballo. Y yo que hice todo a pie, puedo decirte que quede de cama pero feliz.
El hotel tiene una piscina más. En realidad es un hidromasaje grande, a metros de la playa y entre palmeras, que no sé por que pero nunca había mas de 2 o 3 personas y se trasformó en mi refugio.
Impagable sentir el masaje del agua en el cuerpo, con el sonido de las olas de fondo y las palmeras que daban ciertos momentos de sombra…
Nuestro restaurante preferido de las 4 opciones que tiene el hotel fue «Las olas”. Funciona al medio día como buffet al igual que el buffet principal. Y aunque es un poco más chico, tiene mejor vista porque está justo sobre la playa.
De noche solo funciona con reservas, pero el desayuno aquí era mucho más tranquilo y con menos gente y con prácticamente las mismas opciones.
El almuerzo lo mismo: llegábamos temprano y agarrábamos una mesa junto al mar…Lo cual te permite quedarte a hacer sobre mesa y leer un libro mientras tu hijo se sienta a 2 metros a hacer castillos en la arena.De más está contar para quienes nunca fueron a un all- inclusive, que es una especie de tenedor libre…lleno de comida y variantes, más bebidas con y sin alcohol, con lo cual si vas en plan de cuidarte deberás llevar una gran fuerza de voluntad a cuestas.
Otra experiencia muy linda fue volver a Las Terrenas, el pueblito de pescadores, pero de día. Nosotros fuimos en taxi y lo recorrimos todo caminando!!
Comimos en un lugar que se llaman «La Yuca Caliente». Sirven cocina italiana, pizzas y un poco de todo.
No es el más lindo de todos pero también era de los recomendados de la zona.
Yo estaba antojada por una pizza con frutos de mar y solo con eso rompería mi dieta, si bien no estaba en la carta, nos la hicieron igual y salió maravillosa!!!
Mientras Elíseo comió milanesas de pescado fresco, con mandioca frita muy buena!
Podría seguir contando mil detalles más!! Pero ya no quiero aburrir…
Hay tours que te llevan ver a las ballenas o a nadar con delfines (este es a 4 horas del hotel y me quede con las ganas), a ver las cuevas submarinas, a explorar un mercado típico de la zona.
Lo cierto es que es un destino que tiene muchas opciones además de la playa (necesaria para descansar) y la estructura fantástica del hotel al que fui, que te contiene un montón y te hace sentir que llegas a casa cada noche.
Finalmente, se fueron los miedos y los prejuicios y disfrutamos de unas vacaciones en un all inclusive. Pero a nuestro modo, porque este destino lo permitió.
Y el que menos expectativas tenia, cumplió a los 50 años su sueño y se llevó un certificado de buceo que es el inicio de muchas bajadas felices más al fondo del mar…
ALGUNOS TIPS:
-Levantate temprano, disfrutá de la playa lo antes posible! El sol está fatal y es ideal cortar al medio día, comer tranquilos e instalarse en un lugar a la sombra. En enero el día se termina a las 18hs, baja el sol muy temprano (para ellos es invierno con 30 grados.) Además desayunando temprano no te cruzas con tanta gente en el buffet y podes elegir las mejores mesas junto al mar.
-Usá protector Factor 50 que volverás negrita y sin lesiones. Venden en el hotel un Hawaian Tropic en Spray muy cómodo para ponerle a los chicos, que además es muy resistente al agua y evitas el pegote que todas odiamos y los chicos más.
-Disfruta un atardecer en la playa con un drink o un aperitivo de las barras del hotel. (todo lo sirven en descartables para evitar que haya vidrios en la zona de playa)
-Si salís muy temprano a hacer un tour, (la mayoría arrancan de 7;45 a 8:30hs ) cargá un par de sandwiches en servilletas para estar preparada para los chicos que seguramente tendrán hambre en medio de la excursión (mar adentro ) También podes llevar algo de las cosas ricas del frigobar de la habitación .
-Cená temprano y guardate un rato después, para salir a caminar por la playa, para disfrutar de algún show o espectáculo del hotel o para salir a caminar por el pueblo. Lo ideal es cenar a las 19;30 (a la distancia te parece temprano pero el mar y sol y la movida tempranera te hace que quieras comerte a alguien en ese horario)
-Si vas al hotel que fui yo, Gran Bahía Príncipe: El Portillo, salí a caminar hacia los dos lados fuera de las playas del hotel… son divinas…y con paisajes imponentes.
-Llevá repelente para mosquitos. Nosotros no vimos ni uno, pero dicen que en algunas temporadas son fuertes.
-Armá una valija con lo imprescindible: solo 2 o 3 vestidos frescos de playa, un par de trajes de baño, un short y 2 mudas para cenar con un par de variantes intercambiables. Zapatillas, ojotas y sandalias. Un sombrero para protegerte del sol y poder leer y listo! Prometo que NO vas a necesitar nada más!
– Probá Mamajuana, una bebida con alcohol típica de la zona. Riquísima!! Y come langosta recién salida del mar!
– No dejes de ir a Cayo Levantado.
-Si llueve cuando despertas, no te desmotives que todo se hace igual! Nada se detiene, la lluvia suele ser corta y el hotel te da unos paraguas gigantes!
Espero que lo disfrutes y etiquetes @ChicasEnNewYork en muchas fotos de tu viaje, así me entero feliz que sirvieron mi experiencia y mis recomendaciones!! Este paquete que yo compré lo tenés en almundo.com. Pedile a tu operador lo mismo que Andy Clar! Jajajaja.
ENJOY!!